
Vivir o Sobrevivir
El desamor y la rutina desembocan en una vida sin sentido. Es momento de tomar acciones y buscar el gozo de la vida verdadera.
Sostener una relación de pareja cuando la comunicación está rota, cuando no se ha perdonado una infidelidad, cuando la familia del cónyuge se entromete en la vida diaria o cuando hay problemas de droga o alcohol, entre otros, se convierte en una pesadilla para cualquier persona.
Muchos de ellos, hombres y mujeres afirman diariamente: “así no vale la pena vivir”. Sin embargo, la pregunta no es si vale la pena, la pregunta es si en realidad de esa manera se logra vivir.
La pregunta se repite día tras día en quienes acuden a consulta: hombres y mujeres, en relación conyugal, separados, solteros o en plan de separación. ¿Es justo que uno vida de esa manera? ¿Vale la pena vivir así?
Pues bien la respuesta es sencilla: en realidad así no se puede vivir, apenas se logra sobrevivir. Porque la vida de una persona se puede enmarcar en la simple y metódica cotidianidad que tan sólo mantiene una efímera relación. Es decir, la rutina mecánica del vivir con alguien bajo el mismo techo, compartiendo los gastos del mes y abonando la cuota de un bien inmueble, pero que no permite consolidar una comunidad de vida y amor que es el ideal de una pareja.
Esa forma de sobrevivir se ha vuelto “común”. Vale la pena resaltar que ese tipo de relaciones no se pueden considerar como normales, simplemente muchas personas viven de la misma manera y por lo tanto se les denomina comunes, pero ni es el ideal ni tampoco es el objetivo.
¿A dónde queremos llegar cuando entramos en esta reflexión?: a la necesidad de afianzar la estructura que permite a una persona realmente vivir. En otras palabras a proyectar, a trascender a encontrar la plenitud… la felicidad!
Para algunas personas es algo muy difícil de alcanzar, partiendo de la base de que la convivencia es muy compleja, sumado a que no se alcanza a conocer realmente a una persona antes de iniciar la vida en común. Sin embargo, es falta de conocimiento, de estrategia y de método de cada uno de los cónyuges lo que desemboca en los fracasos estruendosos al interior de una pareja y que frustra la posibilidad de vivir una sana relación de amor.
Y aunque las raíces que generan esta clase de circunstancias en las personas que hacen parte de la pareja, podrían provenir de relaciones anteriores, e incluso de la estructura personal que se formó en el seno de la familia paterna o materna, no se descarta tampoco el “afán” de amar y ser amados que se vive en la juventud actual.
Es el querer satisfacer unas necesidades inmediatas, relacionadas puede ser con el afecto y en otras ocasiones con el deseo sexual, lo que impulsa a hombres y a mujeres a enfrentar el reto de la convivencia en pareja sin estar realmente preparados para tal fin.
Durante los catorce años de consulta de orientación familiar con parejas de esposos, de novios e incluso de personas solas, he podido claramente determinar que quienes comparten la vida con otra persona, no tienen mayor idea de lo que les espera en la convivencia y si realmente en el fondo están dispuestos a jugarse el 100 por ciento en una relación que en realidad les permite disfrutar y vivir la vida.
Es alto el porcentaje de parejas que iniciaron la relación afectiva luego de una decepción amorosa sin haberla superado y por lo tanto sin llegar a comprender las razones por la cuales fracasó. Otros casos muestran que las relaciones se inician sosteniendo una relación paralela con otra persona, es decir, intentando una aventura que siempre determinará que “lo que mal comienza, mal termina”.
Sobrevivir siempre será “aguantar”. Tal vez por la presión de la familia o por la posición social “el qué dirán”; algunas veces por beneficio económico y otras por necesidad de amor. Cualquier que sea la razón, nunca se podrá justificar el sobrevivir en una relación.
Todas las personas tenemos derecho a ser felices, a encontrar el camino que permita realmente el disfrute de la vida, el buen vivir. Y aunque parezca difícil una persona puede dejar de ser un “sobreviviente” y alcanzar la plenitud de la vida. Tan sólo debe proponerse la transformación interior. Debe buscar la ayuda profesional que es necesaria al momento de querer tomar decisiones, pues es una mirada externa a la situación, que le brindará unas herramientas útiles para comprenderse a sí mismo y al otro.
Ánimo!!! El 2.017 depara nuevas oportunidades para cada uno de nosotros. Y nos merecemos “dejar de ser sobrevivientes y comenzar verdaderamente a vivir”. Felicidades en el nuevo año y próspero amor para cada uno de ustedes. Hasta pronto.
Edgar Moreno Morales
Máster en Antropología, Matrimonio y Familia
Director Ejecutivo



